La receta es simple: hablar de la vida oculta de las cosas y de las personas, captar la realidad imaginándola en el segundo en el que nadie la mira. La de Der Prozess es una realidad simbólica, donde el misterio está en aquello que se ve y no en lo ignoto. Como en el Proceso de Franz Kafka, estas obras quieren hablar del universo del animal simbólico: el humano. Cada cuadro está dentro del conjunto una introspección y a la vez una llamada al precedente, las pequeñas dimensiones acercan la mirada y si se aguza la vista será posible percibir dichas llamadas entre las capas que conforman el fondo.  Los fondos de la producción flamenca y del renacimiento me impulsaron a trabajar sobre cada detalle hasta convertirlos en protagonistas de este trabajo. Los silos canadienses y el campo quemado por el sol de las cinco, devienen el escenario de la comedia de la vida y de la muerte, donde se encuentran los embajadores de la realidad de las cosas empeñados en la representación misteriosa de cuánto hay de oscuro y presente a la vista misma. Otro intento es que cada escena pueda llevar algunos hechos que pertenecen a la Historia, a los cuentos de la tradición y a la Historia del arte pero tomándolos desde otra perspectiva capaz de conversar atreves de una reflexión con el presente proponiendo percepciones íntimas. El proyecto acá presentado sigue en desarrollo porqué como en la arquitectura, en el arte también hay sistemas en los cuales se puede implementar nuevos conceptos en el tiempo. De hecho para trabajar cada una de estas obras se utilizan los medios del idioma arquitectónico mezclados a los de la pintura. Finalmente, el discurso que tuvo su comienzo desde una reflexión sobre: eros y thanatos, amor y transición, eterna juventud, paz y guerra sigue abordando nuevos temas queridos a la vida en una ráfaga de reuniones con las diferentes herencias de las culturas del Mundo.